jueves, 18 de junio de 2009

Editorial - Día de la Bandera


PARADOJAS DE LA HISTORIA



No llegó aún el día en el que se celebra la creación de la bandera llamativamente con una muerte y para remate con la figura de un prócer que tuvo una vida por demás vapuleada, y ya disfrutamos, o no, del feriado otorgado gracias a ese general.

Jefe militar muy a pesar suyo, cuando creó la bandera la idea fue taxativamente rechazada; proclamó un reino a cargo de un jefe Inca y nadie le prestó atención; tampoco le prestaron atención cuando tuvo como labor diplomático recorrer Europa para que esta ex colonia española fuera reconocida como nación libre; mucho menos le prestaron atención cuando donó el dinero obtenido como general para la construcción de cuatro escuelas.


Para cerrar, murió en la pobreza casi extrema y hoy el barrio en la Ciudad de Buenos Aires que lleva su nombre es uno de los más opulentos del país.


¿Es un chiste? O es así como se construye la iconografía histórica de La Argentina. Pasando los días para disfrutar de un “finde largo”, aislando las figuras y los movimientos históricos en cada acto escolar. Remarcando rasgos personales y tan triviales como su sexualidad a partir de una pintura.


Pareciera ser que nuestros próceres no fueron personas comunes y corrientes, llenas de contradicciones y cargados de virtudes y defectos. Algunos tendrán más virtudes y menos defectos que remarcar; otros cargarán con recuerdos más espurios que excelencia en cuanto a su persona.


Aislar los hechos y las personas no debe ser casualidad. Llevar esas personas al bronce nos hace pensar que nunca más tendremos personas como esas; que el destino ya está marcado y que las cosas se van sucediendo de una sola manera posible. Las cosas aparecen porque sí y nadie las puede discutir o intentar cambiar. No es tiempo de héroes con pretensión de pasar a la historia grande.


Este país se construyó de una manera y no hay posibilidades de cambios. Y cuando se piensan en cambios se remarca la historia y una tradición. Una tradición muchas veces de exclusión, violencia y de privilegios para un puñado de personas.


Desde hace unos años se hace el esfuerzo por ir corroyendo las columnas de esos bustos de bronce que sostienen la historia hegemónica. La tarea no es sencilla pero hay que ir trabajando en eso. Relacionar los hechos, las personas, pensar el pasado y repensarlo mirando el presente, atentos también al futuro es el deber y derecho de todos y todas.


Para no caer en simplezas como el hecho de que si ayer fue el trigo, hoy debe ser la soja; que nuestro lugar en el mundo debe ser el que tuvo desde sus inicios. Decir orgullosamente que Argentina fue el granero del mundo y pretender volver a eso no solo es anacrónico, sino perverso.


Como es perverso preocuparse por una enfermedad que provoca menos muertes que los que provoca la falta de alimentación. Algo paradojal en un país al que algunos lo siguen llamando el granero del mundo.


Esas paradojas de este terruño que hasta en sus orígenes las tuvo, las tiene en su presente y las seguirá teniendo. Lo destacable es hacerse cargo de esas paradojas, de esas contradicciones y construir más allá de las voces “autorizadas”, “manuales” y demás inventos que no hacen otra cosa que muchas veces, confundir.


Un brindis en nombre de ese hombre que recordamos por su muerte y que entre otras cosas fue un brillante periodista.

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