jueves, 17 de septiembre de 2009

Conmemoración de la Noche de Los Lápices


Una Primavera Oscura – 33 Primaveras Para Darle Luz





Quisieron hacer la noche mas oscura que pudiera recordar cualquier habitante.
Quisieron que el silencio fuera el discurso mas “hablado” en esa noche.
Quisieron que el miedo arrebatara alegrías y sueños a las corridas bajando de autos sin patentes.
Quisieron que la solidaridad quedara sola esperando compañía.
Quisieron que el otro sea el enemigo señalando a todos como “otros”.
Quisieron ser dueños de las palabras con el lápiz escriba de las mentiras.
Quisieron arrebatar los sueños antes de que estos puedan salir a andar en la noche.
Quisieron alejar ese cielo que parecía estar a la vuelta de la esquina.
Quisieron, por unos instantes fríos, oscuros y tenebrosos pareció que lo lograban, pero hasta las paredes mas duras se agrietan y la luz siempre gana se hace espacio entre la oscuridad.


Pensar en adolescentes de entre 14 y 18 años peleándole cara a cara al genocidio personificado en sus personeros de uniforme cuando ahora día a día los “medios grandes”, (hago la salvedad en diferencia un medio grande de un “gran medio”), muestra a adolescentes tirando a la basura su percepción de futuro en una noche violenta de alcohol o enjaulados en el paco que los aprisiona y los excluye cada vez más; es mas que paradigmático. Esos jóvenes peleaban para que a estos jóvenes de hoy no les pasara lo que les pasa. Y muchos, como ayer, como hoy, y como quieren que siga siendo en el futuro; se rasgan las vestiduras y levantan el dedo acusador buscando culpables para después, acto seguido, cierren a escondidas contratos y negocios que benefician a unos pocos y perjudican a muchos mas de los que se puede imaginar.


Muchos fueron cómplices de esa larga noche asesina. Muchos aún hoy siguen sintiendo simpatía por el beneficio del uso violento del Estado para obtener sus propias ventajas; otros continúan siendo aquellos cobardes útiles que miran para otro lado o cruzan de vereda, o cambian de conversación a la hora de poner el cuerpo para cambiar una realidad. Después la indignación tempranera y la queja a flor de piel se hará en ellos presente de un momento a otro para circunstancialmente acompañar un momento del que nunca serán parte.


A 33 de la conocida “Noche de los lápices” en donde estudiantes secundarios comprometidos con su realidad social fueron secuestrados, torturados y muchos desaparecidos; hacer una mirada a nuestra realidad actual debe servir como buen ejercicio histórico de por qué hay que recordarlos, por qué hay que revindicar su lucha y su esfuerzo; y más que nunca hay que seguir dando la pelea.


Pelear para acallar al silencio con gritos de libertad plena; pelear para que la solidaridad nos encuentre; pelear para que los sueños bajen del cielo; y pelear para que el miedo se aleje atemorizado por tanta alegría. La alegría de la vida, del cambio, del presente en lucha para que el futuro se algo más que un soñar despierto.

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